Mi papá conversaba muy animado con su amigo. Ambos estaban
contentos de haberse encontrado, de hablar, sonreían. Yo estaba ahí, de pie,
al lado de mi papá. En silencio. Me recuerdo como una niña silenciosa. Junto al
amigo de mi papá estaba su hijo. Un niño silencioso también, Nos mirábamos pero
no nos decíamos nada. Tampoco recuerdo que alguno de nuestros padres nos
hubiera presentado. Era innecesario. Yo no recuerdo la fecha pero sé que tenía
11 años. Aquel niño debía tener mi edad también. Recuerdo que él llevaba una
franela blanca.
De esa imagen, mi memoria me lleva a la siguiente: yo sentada
en el asiento trasero del carro de mi papá mirando por la ventana… nos íbamos
del lugar y yo me encontré con la mirada profunda de aquel niño. Nos veíamos a
los ojos, supongo que por instantes porque el carro avanzaba, pero yo podría
jurar que el tiempo se detuvo porque siempre recuerdo aquella mirada de
reconocimiento, de encuentro, con la misma intensidad que ayer o ¿qué hoy?
En aquel momento nos encontramos y reconocimos no sé si
los bebés que fuimos y que, contaban nuestros padres, compartían juegos en la
época en que ellos eran perseguidos políticos mientras nuestras madres hacían
lo que podían en aquella miseria para que sobreviviéramos.
No sé si se encontraron dos energías que rondaban la
tierra entonces y pactaron encontrarse al nacer,
No sé si se encontraron dos almas que ya han compartido
encarnaciones anteriores... ¿o futuras?
¿Qué es el tiempo? ¿Cómo se mide?